Ángel Ferrero –2 de septiembre de 2016.
LA TORRE DE MI PUEBLO
La torre de mi pueblo no la puedo olvidar…
(Canción popular)
¡Qué torres más hermosas
hay en mi vida!
Pero es la de Sesnández
la más querida.
Dulces los sones
son cuando tu campana
toca a oraciones.
Cuando en el horizonte
ríe la aurora,
dice al alma que rece
tu voz sonora.
Y el alma reza
mientras el cuerpo lucha
con la pereza.
Cuando cae la noche,
tu toque manso
dice al pueblo que rece
para el descanso.
Y una paz suave
los hogares cobija
con alas de ave.
Se estremece de amores
la sierra toda,
cuando tu voz repica
para una boda.
Y, en forma bella,
tu voz dice con guasa:
tal él, tal ella.
Los aires se estremecen
con dulce hechizo
cuando tocas, alegre,
para un bautizo.
Mientras repites
tus ecos, los rapaces
cogen confites.
De pena y de esperanza
dais un concierto
cuando hermanadamente
tocáis a muerto.
Vuestros sonidos
dejan los corazones
estremecidos.
En los pechos alegres
se os contesta
cuando por manos sabias
tocáis a fiesta.
¡Qué algarabía
derramando a raudales
tanta alegría!
Lanzáis a los espacios
premioso ruego
cuando, impensadamente,
tocáis a fuego.
Y, mano a mano,
amigo y enemigo
son como hermanos.
El oído, impaciente,
tu campanada
espera, cuando tocas
a la vacada.
Ladran los perros
por las calles, que, llenas
van de cencerros.
Hacia el Cantón, el joven
va con el viejo
cuando tu voz aguda
llama a concejo.
Cesan tus sones
y los aires se llenan
de discusiones.
Hace ya muchos años,
-¡el tiempo vuela!-
también nos convocabas
para la escuela.
Con tu badajo
seis golpes, nos decías:
¡hala, al trabajo!
Por todo, torre mía,
con tus campanas,
tocas en mis recuerdos
muchas mañanas.
El alma vuela
libre, mientras el cuerpo
corre a la escuela.
LA VELETA
Los vientos de Sesnández
En puro y libre errar de sierra a sierra
andaban despistados
y no hallaban respuesta
a los interrogantes
que al igual que las setas
brotaban por doquier, ya entre las jaras
entre pinos o urces o quiruelas.
Para ocupar sus ocios
les pusieron molinos en la sierra
para que sean útiles
a vez que sus furias atemperan.
Con los nuevos juguetes,
De luz de amanecer devanaderas,
en los primeros días
gozaron a placer días de fiesta.
Pero algo les faltaba
y ninguno sabía lo que era.
En su loco vagar, ligera brisa,
ebria de ocasos de sin par belleza,
giró sin ton ni son por las aristas
de la espadaña esbelta.
Entró por las ventanas
donde broncíneas lenguas
convocan a los fieles
si un día es al dolor, al otro, a fiesta.
Subió, bajó, giró por la espadaña
y una falta notó pero ¿qué era?
Un momento en el ápice se para
y se enciende una luz ¡es la veleta!
Se corrió la noticia
con singular presteza
entre todos los vientos.
¡A Sesnández le falta la veleta!
Y Sesnández estaba como triste,
gallo y hombre se fueron por veredas
de dificil retorno, todo el pueblo
ha notado la ausencia.
Se supo la verdad, un viento fuerte,
un ventarrón sin alma ni conciencia,
tal vez un aquilón, un austro acaso,
fue un viento malo que llegó de fuera
y con sus brazos de gigante airado
arrancó la veleta.
La torre, mutilada,
reclinó su cabeza
en un cojín de sedas invisibles
relleno de paciencia.
Llegó septiembre presagiando otoños
y pregonando fiestas.
En el taller de Julio, hacía meses,
soñaba otra veleta;
soñaba con alturas
donde soplan los aires de la sierra.
Y septiembre llegó, tenso el ambiente,
¡a ver si ya colocan la veleta!
Todo llega, resuena en el espacio.
Arriba el corazón y las cabezas.
El hombre, que domina las alturas,
frente a frente mirando a la veleta.
El cielo, más azul que de ordinario,
los vientos, son ausencia,
hasta las brisas finas de lo alto
están como suspensas.
Ángel y Miguel Ángel,- siempre alas‑
por alturas ilesas,
con denuedo y tesón, en vuelo quieto,
con manos muy expertas
coronan la espadaña
con la nueva veleta.
Se corrió la noticia
por las altas esferas
y una bandada de curiosas nubes
hizo acto de presencia.
Ángel y Miguel Ángel
se codean con ellas.
Sonríela espadaña
con las primeras brisas mañaneras,
en baranda de alturas acodada
mirando al bosque en la larga espera.
Sesnández 13 de septiembre de 2009
NUESTRA ESPADAÑA
Melena han estrenado
nuestras campanas
porque el viento en las otras
peinaba canas.
Divinos sones
nos llenen de alegría
los corazones.
A melenas vetustas
nueva madera
para que suene el bronce
de otra manera.
Nuestra espadaña
se cree la más linda
de toda España.
Se ve tan remozada
la muy coqueta
que sueña ser la novia
de algún poeta.
¡Olé el salero!
Se cree la más guapa
del mundo entero.
Sesnández, Septiembre de 2011
ORACIÓN AL CRISTO DE LA VERA CRUZ
Cristo de la Vera Cruz
que con tus brazos abiertos
acoges a nuestros muertos
y los llevas a tu luz,
Tú, que en tiempos en la ermita
escuchabas sus plegarias
hechas de sus penas dianas
en una amorosa cita,
Tú les llenabas de paz
sus humildes corazones
y le bastaban razones
para hacer tu voluntad.
Sigue dándonos tu luz,
sigue dándonos tu trigo,
sigue siendo nuestro amigo,
Cristo de la Vera Cruz.
4 de noviembre de 2015
ROMANCE DE LA MAGDALENA.
La bendita Magdalena
llega verano a verano,
para decirle a mis gentes
que Cristo ha resucitado.
Y para que nadie dude
de que es Él quien la ha mandado
Éste se lanza a las calles
hecho pan sacramentado.
El pueblo barre sus calles
con esa fe que ha heredado,
y a través de cinco siglos
aún tiene su llama en alto.
Para que el sol riguroso
no dañe el pan consagrado
la devoción popular
lo protege con un palio.
El pueblo, para agradar,
le pide ayuda a sus campos
que presten sus muchas gracias
para un servicio tan alto.
El monte viene a las calles
de tomillo disfrazado
para llenar de perfumes
el aire tan limpio y cálido.
Y más se entrega el tomillo
cuanto es más pisoteado
y es el aire, aunque caliente,
un festival del olfato.
Mensajes de chopo y fresno
han enviado los prados
como un homenaje póstumo
en sacrificados ramos.
Y los huertos, generosos,
sus productos floreados
entregan a manos llenas
para que Dios sea honrado.
Y sigue la procesión
entre incienso y entre cantos
que ha dicho la Magdalena
que Cristo ha resucitado.
Sesnández 23 de julio 2006
EN LA IGLESIA DE MI PUEBLO
Pisando escombros de infancia
con pies ungidos de ocaso
voy marchando, paso a paso,
conmigo y mi circunstancia.
Mi niñez, ya tan lejana,
en este templo cercano
como que pasa su mano
sobre mi cabeza cana.
Y es una llovizna suave
con rumor de lejanía
que en esta tierra baldía
ensaya una nota grave.
San Fabián y Sebastián,
sois iconos de mi infancia,
de una dura circunstancia
como de escasez de pan.
San Antonio y san Antón,
San Miguel, la Magdalena,
sois una brisa serena
que sopla en mi corazón.
San José humilde, san Roque,
con su perro y calabaza
soñando con una hogaza
y con que nadie la toque.
San Isidro labrador
con su yunta y con su arado,
herramientas que ha guardado
por vergüenza ante el tractor.
El Sagrado Corazón
la Inmaculada cercana,
cada cual en su ventana
como manda la razón.
Mis Vírgenes del Rosario
y del Carmen, sed propicias
y llenadme de caricias
este vivir rutinario.
Santos de la iglesia mía
que en constante resonancia
los recuerdos de mi infancia
me los ungís de alegría.
Mis retablos interiores
adorna vuestra presencia
y yo dejo a mi conciencia
os ponga ramos de flores.
Ramos, ramos, muchos ramos
de flores abastecidos
que nuestros huertos floridos
no necesitan reclamos.
Tal abundancia, ordenada,
cómo alegra mi camino
y mi pie de peregrino
sueña con una alborada.
GRACIAS, DON MIGUEL.
(A la memoria de D. Miguel Morán, que fue el que restauró la iglesia y le dio la forma interior que ahora vemos.)
Ya has llegado al descanso merecido,
de la viña de Dios buen jornalero.
Ciento dos años ya, largo el sendero,
y no siempre con paz y agradecido.
Sesnández está en deuda, ¿dio al olvido
las obras de la iglesia? Pregonero
es a veces el tiempo y, tesonero
grita calladamente en nuestro oído.
Perdone, D. Miguel, no es pueblo ingrato
es, a veces, quizás, olvidadizo,
y acaso, alguna vez, algo cegato.
Pero aquí está tu obra, con su hechizo
sirviendo al corazón corno alegato,
en favor de aquel hombre que la hizo.
20 febrero de 2016