almeida –20 de marzo de 2015.
La primera vez que oí hablar de este juego, me vino a la mente la imagen veinte años antes de mi hijo Rubén cuando de pequeño se encontraba jugando solo.
Rubén, era un niño que apenas daba guerra ya que se entretenía con cualquier cosa. En muchas ocasiones, cuando estaba jugando solo en su habitación, de vez en cuando escuchábamos como estaba hablando y cuando nos acercábamos para ver qué era lo que estaba haciendo y le preguntábamos que hacía y con quien hablaba, nos decía que estaba con su amigo.
Generalmente, cuando sentía nuestra presencia, dejaba de hablar con su amigo invisible, en el momento que llegábamos, como por arte de magia desaparecía y de nuevo, volvía a encontrarse solo.
Aunque en ocasiones le preguntamos de quien se trataba, para él solo era su amigo, ese que pensábamos se había ido formando en su imaginación infantil, con el que se pasaba muchos ratos y sobre todo compartía muchas cosas.
He de confesar que al principio nos preocupó, pero después de consultarlo con el pediatra, éste nos comentó que la mente infantil es un misterio ya que llegan a ver cosas que su imaginación consigue convertirlas en realidad y las viven de una forma que para nosotros puede llegar a resultar incomprensible.
No le dábamos desde entonces mayor importancia ya que él se encontraba a gusto con ese amigo y solo el paso del tiempo fue haciendo que este desapareciera de su cabeza.
He de reconocer que después de muchos años, he comprendido mejor aquella situación cuando me encontraba realizando el camino.
Solo entonces, he podido comprender que todos tenemos ese amigo invisible que muchas veces nos acompaña en la vida, se le pueden dar muchos nombres, pero al final, siempre que tenemos algún apuro, recurrimos a él y sabemos que se encuentra a nuestro lado.
Seguramente, no nos atrevamos a confesarlo, estas cosas son para no compartirlas con nadie, sobre todo con quienes son incapaces de comprenderlo y además pueden llegar a tacharnos de soñadores o lo que es todavía peor, pueden acusarnos de estar locos, pero nosotros sabemos que se encuentra ahí y nos sentimos protegidos.
En muchas ocasiones, cuando la soledad del camino hace que tu mente se encuentre completamente despejada ya que no piensas en nada, el silencio es quien suele presidirlo todo, es cuando aparece ese amigo invisible que solo nosotros podemos sentirlo a nuestro lado y en ocasiones hasta podemos llegar a verlo.
En esos mementos, creo que volvemos a sentirnos un poco niños y dejamos que nuestra mente acoja a ese amigo que al contrario de los que tenemos en la vida diaria, éste en ningún momento va a fallarnos.
A veces, si no tenemos la suerte de contar con este amigo invisible, es nuestra mente la que siente la necesidad de crearse uno y lo va creando para que en esos momentos, cuando sepa que lo va a necesitar, lo tenga en todo momento a su lado.