almeida – 7 de octubre de 2014.

Señor, si no creo en ti….¿Por qué me acompañas y me guías durante mi camino….”

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En estas dos líneas que en una ocasión leí en la nota que los peregrinos suelen dejar en Santuario para que aquellos que vienen por detrás la lean durante la oración que todas las noches se celebra en la pequeña capilla, encierra toda la esencia y gran parte de la magia de este camino.

En ella podemos ver el cambio que el Camino produce en algunos peregrinos, en algún caso como éste, podemos comprobar que el cambio es muy profundo ya que ha conseguido modificar gran parte de las convicciones que el peregrino tenía antes de sentir ese cambio, que algunos llaman magia y que se ha ido produciendo en él.

No sabemos por qué motivo el peregrino inició su camino, pero seguro que la fe no se encontraba entre aquellas razones que tenía para adentrarse en él; es más, se confiesa agnóstico ya que entre las cosas en las que él cree no se encuentra ningún motivo religioso. Afirma no creer en Dios, puede haberle llevado hasta allí el deporte, la aventura, la cultura, la naturaleza… qué más da. Él sabe que cuando pase por la oficina del peregrino a recoger su Compostela, no le darán ese certificado oficial de la iglesia compostelana, le darán el otro, ya que diferencian a los peregrinos que hacen el Camino por motivos religiosos y los que lo hacen por otros motivos: él recogerá la segunda Compostela, la de los otros motivos.

Pero después de unos días, que en su nota los identifica con esos puntos suspensivos, ve como comienza a producirse ese cambio que le puede resultar incomprensible, pero él sabe que se está produciendo.

Se siente acompañado, sabe que aunque camina solo, alguien está caminado a su lado, siente esa presencia que no puede ver, pero hay algo invisible a su lado que los últimos días está caminado con él.

Algunos dirán que son esos espíritus que vagan por el Camino, el peregrino no se atreve a afirmar lo que es porque lo desconoce, aunque sabe que es una fuerza superior, ese en el que nunca ha creído, pero ahora se va convenciendo no sólo de que existe, sino que esta ahí, se encuentra a su lado.

Además, sabe que va guiando su camino. Antes, cuando comenzó, el Camino era el que el peregrino se había fijado previamente e iba cumpliendo la planificación que había hecho. Pero ahora, no sólo era acompañado por ese ente superior, también le estaba guiando, ya no puede desviarse del Camino, porque alguien que lo conoce muy bien está guiando sus pasos, para que vaya deteniéndose en esos lugares que de alguna forma le van a mostrar todo lo que este sendero encierra y le es vetado a la mayoría de los peregrinos que lo recorren sin rumbo fijo; solo pensando en la meta que se encuentra en Compostela. Sin embargo, el Camino no es sólo eso, es mucho más y este afortunado peregrino está siendo uno de esos elegidos que puede llegar a ver esas cosas que han convertido a este Camino a lo largo de los siglos en lo que es en la actualidad.

Esa es la gran transformación que decía una vez el poeta, se comienza de cualquier forma y se acaba siendo peregrino, pero no un peregrino cualquiera, es el peregrino con mayúsculas que ha ido evolucionando y en su cambio ha conseguido empaparse de toda la esencia que emana de este SENDERO MÁGICO.

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