almeida – 7 de enero de 2015.

2015 01 0620montamarta20056En la fría mañana que había amanecido cubriendo todo el campo con un permanente manto blanco y donde el termómetro no registró en toda la mañana ninguna temperatura positiva, probablemente el único que no pasó frío en ningún momento en Montamarta, fue el protagonista de la fiesta que se estaba celebrando.

El Zangarrón es la última de las mascaradas que se celebran en la zona y hemos asistido al segundo acto ya que el primero fue coincidente con las que se celebran en los pueblos alistanos.

Según nos explicaba Juan Ramón Pérez, presidente de la Asociación Cultural el Zangarrón de Montamarta, se trata de una representación como el resto de las mascaradas que se pierden en el tiempo y nadie sabe exactamente su origen, aunque documentalmente hay constancia de su celebración desde hace unos cien años, se cree que su origen es prerrománico, celebrándose en el solsticio de invierno donde por medio del personaje principal se hacía una representación en la que se rendía culto al astro rey.

El personaje que interpreta un ser diabólico, es elegido entre los quintos, únicamente entre los hombres. El sorteo para designar al elegido, ahora se celebra a primeros de diciembre para que pueda preparar con suficiente tiempo el personaje quien debe interpretarlo, pero hasta hace 20 años, el sorteo se hacía entre los mozos el día de nochevieja y la persona elegida permanecía en secreto hasta que al entrar en la iglesia se retiraba la mascara dándose a conocer al resto del pueblo.

El objetivo como el del resto de las mascaradas es pedir a los vecinos el aguinaldo y van recorriendo todas las casas del pueblo a excepción de aquellas que estaban guardando luto por el fallecimiento de algún familiar.

La representación se celebra los días uno y seis de enero. Casi todo es parecido, excepto la indumentaria del personaje que el primer día lleva una de las perneras del pantalón de color marrón y la otra amarilla con los colores que simbolizan al mismo demonio y el día seis se cambia una de las perneras y en lugar de marrón es roja  manteniendo la de color amarillo y simboliza al galán.

Cuando comienza la fiesta, los mozos buscan al quinto que va a interpretar el personaje central y le van forrando las piernas con dos toallas que se van cosiendo y portan algunos motivos florales y se cubre con una colcha anudada que hace las veces de capa y en la que hay un zurrón en el que va guardando el aguinaldo.

Se cubre con una piel de cabra y lleva una máscara de corcho negro o rojo que se encuentra coronada por dos orejas de liebre y en la mano lleva un tridente con el que va azuzando a los mozos que consigue atrapar.

Es un proceso laborioso en el que se emplean tres horas en vestir al personaje y ese numero, el tres, está presente en casi toda la actuación que el Zangarrón realiza en cada una de las funciones.

Además del tiempo que emplea en vestirse, lleva a la espalda tres cencerros, en su mano porta un tridente con el que acosa a los mozos y cuando consigue atraparles son tres los golpes que les da en su espalda, cuando llega a la iglesia hace tres venias, también cuando se encuentra con las autoridades en el pueblo, son tres las venias que les hace y antes de comenzar a perseguir a los mozos da tres saltos.

2015 01 0620montamarta20097Algunos ven en este numero una simbología, aunque nadie ha sabido dar una interpretación coherente a la misma, es la mitad del numero que representa el mal, el seis, pero es únicamente algo anecdótico.

Cuando el personaje ha sido vestido, va recorriendo las casas del pueblo en las que va pidiendo el aguinaldo, antes generalmente consistía en comida para hacer luego una merienda y ahora es dinero lo que la mayoría de la gente aporta también para el mismo fin.

Cuando ya ha recorrido las casas del pueblo protagonizando algunas carreras en las que trata de capturar a los que se acercan a él, cruza el puente en dirección a la ermita de la Virgen del Castillo donde se siguen produciendo las carreras hasta que a las puertas del templo se va concentrando la mayoría de la gente que desea presenciar esta parte del espectáculo.

Los quintos, chicas y chicos, elegantemente vestidos con la capa castellana posan en la entrada de la iglesia mientras el Zangarrón va dando vueltas al recinto persiguiendo a los mozos y cuando llegan las autoridades todos van accediendo al interior del templo ocupando el espacio que previamente se ha establecido para cada uno. Los quintos en el primer banco de la iglesia, el coro ocupa los siguientes y las autoridades se sitúan en los bancos de los extremos.

La eucaristía es amenizada por un coro femenino compuesto por una decena de voces que van interpretando las canciones que el sacerdote les va indicando, algunas con melodías un tanto diferentes a las que estamos acostumbrados como la melodía de L´Estaca de Llach que sonaba en una de ellas y el sacerdote, un cura joven, ofrece una eucaristía dinámica y bastante actual, saliéndose de los cánones establecidos, pero haciendo muy agradable la misa que es alabada por los asistentes con algunas expresiones que no es frecuente encontrar en la iglesia.

Finalizada la eucaristía, son los quintos los que toman la palabra y hacen peticiones, todas encaminadas a buscar la mejoría en la sociedad y en los problemas que cada uno padece.

Llega otro de los momentos especiales y esperados de la fiesta, el Zangarrón entra en la iglesia descubierto y con el tridente pincha dos panes que se han puesto en el altar. Entra de frente y sale de espaldas, en ningún momento da la espalda al altar mayor y cuando se encuentra en la calle los asistentes pugnan por el pan que van troceando y repartiendo entre los familiares y amigos como si de una comunión se tratara.

Cuando el personaje ha abandonado la iglesia es uno de los momentos especiales para los fieles que van formando dos filas para acercarse hasta el altar mayor y besar los pies del niño que es expuesto para que todos los devotos, como hicieron los Magos, puedan rendirle sus respetos.

2015 01 0620montamarta20140De nuevo el personaje regresa al pueblo y los asistentes al espectáculo van tras él, unos caminando y los más, en sus coches porque las temperaturas en esa parte del pueblo son todavía más bajas que en las zonas que se encuentran resguardadas y en una calle del pueblo espera la llegada de las autoridades a las que hace tres venias, da tres saltos y sale en persecución de los mozos del pueblo, únicamente persigue a aquellos que se encuentran solteros.  A las mozas, antiguamente con el tridente les levantaba las faldas, pero como la mayoría lleva pantalones se libran de este escarnio tan frecuente hace unos pocos años.

Las carreras se van produciendo en las calles del pueblo con algunos encontronazos imprevistos, pero sobre todo son carreras que se llegan a agradecer porque es una forma de librarse un poco del frío que hace en las calles.

El protagonismo del personaje está reservado únicamente a los mozos, no se ha contemplado ampliarlo a las chicas como en otras poblaciones, aunque debido a la escasez de gente joven en los pueblos puede llegar ese día en el que las tradiciones sea preciso replantearlas, aunque según nos confesaba el presidente de la asociación cultural, durante los próximos diez años, el personaje se encuentra asegurado.

 

 

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