Pienso, luego digo – 18 de febrero de 2019

                Hay comportamientos, que por mucho que traten de explicarnos e intenten justificarlos con palabras que no llegamos a entender, resulta muy difícil que podamos llegar a comprenderlos.

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                Siempre he considerado la ciudad de Zamora como uno de esos lugares privilegiados, que cuando los contemplas por primera vez, te hacen sentir muy a gusto. Solía referirme a esta ciudad cuando hablaba de ella, como la perla del Duero, porque lo mismo que cuando abrimos una ostra y nos sorprendemos cuando nos encontramos en ella una preciada perla, también Zamora representa una muy grata sorpresa para quienes pueden disfrutar recorriendo sus calles por primera vez.

                Es algo normal este sentimiento, porque soy zamorano y ya se sabe que a algunos, nos gusta valorar y destacar los valores que tenemos por encima de todo.

                Curiosamente con muchas personas que hablo y suelo relacionarme a diario y que siempre han tenido a Zamora como a esa gran desconocida que se va dejando para conocerla en otra ocasión, cuando tienen la fortuna de poder disfrutar de todo lo que encierra, solo saben manifestar palabras de elogio sobre lo que han visto.

                Pero como suelo asegurar en ocasiones, somos y tenemos lo que nos merecemos y muchas veces resulta muy penoso comprobar que algunos, somos los mayores detractores de lo nuestro y tendemos más a valorar lo que hay y viene de fuera y solo los de fuera, son los que saben dar el valor que tiene la ciudad.

                Por eso, por mucho que algunos traten de explicarlo, es difícil comprender que en las Cortes de la Comunidad, uno de los grupos políticos que nos representan, proponga a la ciudad para que Patrimonio acepte su candidatura y sea defendida ante la UNESCO para declarar la ciudad como Patrimonio de la Humanidad.

                Un Patrimonio, es algo destacable que nos han legado y desde el momento que lo asumimos, nuestra obligación es protegerlo en las mejores condiciones para transmitirlo a futuras generaciones, si es posible mejor que se encontraba cuando lo recibimos y esta protección que proporciona la UNESCO, garantiza que ese legado pueda llegar a degradarse.

                Resulta algo incomprensible que una propuesta como esta, venga desde donde venga, no encuentre un respaldo unánime por parte de todos los que deberían haber tomado la decisión y sobre todo el acuerdo para que la ciudad entrara en ese selecto grupo de las ciudades que debemos proteger.

                Ahora, se trataran de buscar todas las justificaciones del mundo para justificar la postura de cada uno y la responsabilidad que en un futuro el pueblo puede exigirles. Seguramente se encontrarán las palabras que justifiquen este comportamiento, es una de las cosas curiosas que tiene la política, que una persona puede defender una cosa y la contraria casi con la misma fuerza y con el mismo poder de convicción y además, sin ruborizarse en ningún momento.

                Pero la gente llana del pueblo, los que no comprenden los manejos políticos, serán incapaces de poder asimilar todo lo que les venden y llega ese momento en el que dejan de comulgar con ruedas de molino y hasta pueden llegar a pedir explicaciones a quienes tienen que darlas, porque las excusas que han ofrecido no les han convencido.

                Creo que se ha perdido una oportunidad importante de hacer algo por nuestro pueblo y por la gente que les ha puesto para que decidan por ellos y esos comportamientos y decisiones, aunque no lo parezca, llega un momento en el que dejan de caer en saco roto y se comienzan a exigir responsabilidades.

                Cada vez comprendo un poco más a aquellos que manifiestan su desafección por quienes se encuentran a cargo de dirigir su futuro y también ya comienzo a entender a los que no se encuentran a gusto con la ubicación administrativa en la que les han puesto y veo que son más las voces que piden una reordenación de un territorio que ha dejado de representarles.

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