almeida – 04 de enero de 2016.

            El tiempo tan desapacible que estábamos teniendo, había resguardado a todos los vecinos de Abejera en sus casas y no se veía ni un alma por las calles de este pequeño pueblo de la sierra de Sesnández en las estribaciones de la sierra de la Culebra.

            Los desagües no daban abasto para canalizar todo el agua que estaba cayendo y se desbordaba por el medio de las calles que al encontrarse en cuesta adquiría una velocidad considerable hasta que llegaba a las zonas mas bajas del pueblo.

          Abejera2  De las pequeñas casas de piedra, típicas construcciones de esta comarca alistana, percibíamos las que se encontraban ocupadas por el humo que salía de las chimeneas, pero por la calle no había nadie, era como si todos hubieran desaparecido en uno de los días importantes en el pueblo en el que la fiesta de los cencerrones agrupa a toda la población en la plaza que hay al lado de la iglesia, junto al negrillo centenario.

            Por fin pudimos ver un grupo de media docena de jóvenes que cariacontecidos esperaban que la lluvia les diera un pequeño respiro para poder comenzar la función. Muchos agradecían esta bendición que caía del cielo para que permitiera germinar el cereal recién sembrado, pero había llegado de una forma inoportuna porque iba a desdibujar el acto que se había ensayado durante días antes y seguramente, viendo aquellas caras de circunstancias, en esta edición, no se iba a poder celebrar la tradicional mascarada.

          Abejera3  Como se suele decir, “siempre que ha llovido, ha escampado” y en esta ocasión, los astros debieron conjurarse para hacer un alto en la torrencial lluvia para permitir que la función diera comienzo y a pesar de la lluvia que había aconsejado a las gentes no salir de sus casas, la plaza fue llenándose de gente que al conocer la noticia que los cencerrones se iban a poder celebrar, salieron de sus casas para ir llenando la pequeña plaza.

            Los personajes ya estaban dispuestos para la función y cuando vieron que había una tregua en la climatología, comenzaron a interpretar sus papeles.

            La tradición dice que los personajes serán interpretados por los mozos del pueblo y los mozos hace años eran considerados aquellos que cumplían la mayoría de edad cuando estaba establecida en 21 años, pero los tiempos cambian y los pequeños pueblos ya no cuentan con suficiente gente para mantener integras las tradiciones y desde hace tres años, son menores de 20 años quienes dan vida a los personajes, el mayor de todos es Álvaro (El Galán) que cuenta con 21 años y también en esta ocasión varios de los personajes han sido interpretados por mujeres.

           Abejera6 Comienza la actuación con la aparición del Gitano (Adrián Rodríguez) que a lomos de una vieja burra va recitando unas coplas en las que ensalza las virtudes del animal que trata de vender a una persona del pueblo para lo cual emplea todo tipo de argucias y alabanzas sobre el animal.

            Es una actuación muy ingeniosa en la que las ocurrencias se van sucediendo y el guión original, dependiendo de las circunstancias puede ser alterado por el personaje que le da una gracia especial a la interpretación.

            Hace su aparición el Cencerron (Álvaro Andrés), que ataviado de una forma diabólica porta unas pinzas de madera y junto a él va la Filandorra (Maikel Blanco) que viste una falda larga y el primero con unas tenazas extensibles de madera y la segunda llenando de ceniza y entiznando a todos los presentes forman la parte negativa de la vida representando al mal que trata de imponerse a todos los congregados.

            El Ciego (Jesús Casado) y el Molacillo (David Gallego), sobre unas alpacas de paja que hay situadas en uno de los laterales de la plaza, van recitando coplas que se repiten año tras año a las que se incorporan las nuevas sobre los sucesos que van ocurriendo en el pueblo y en la sociedad.

       Abejera9     Son esas coplas de ingenio en las que se aprovechaba para poder decir todo lo que en condiciones normales estaba vetado a la mayoría de las personas del pueblo.

            Completan los personajes el Pobre (Beatriz Galán) que va pidiendo a los asistentes el aguinaldo y La Madama (Alba Iglesias) y el Galán (Mónica Casado) que son la encarnación del bien.

            Las peleas se van sucediendo entre los personajes que interpretan el bien y los que representan el lado oscuro y de vez en cuando se implica en alguna de ellas a los asistentes bien con las tenazas del Cencerrón o el embadurnamiento que la Filandorra va haciendo a todos los que presencian la mascarada.

            El desenlace se produce cuando los que interpretan la parte buena de la sociedad, los personajes más entrañables de la mascarada, consiguen quitarle las bragas a la Filandorra y es cuando el bien se impone al mal como debe ser en estos casos.

            Afortunadamente, el trabajo de los jóvenes que interpretan esta ancestral mascarada, pudieron representarla un año más y de esa forma seguir manteniendo unas tradiciones que se pierden en el tiempo y es una suerte poder contemplarlas y en el caso de la que nos ocupa, doble suerte porque la climatología se alió para que todos los asistentes pudieran disfrutar de ella.

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Los Cencerrones de Abejera 2016   Los Cencerrones de Abejera 2016
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