Pienso, luego digo – 16 de febrero de 2019.
Resultaba muy curioso observar a través de las imágenes que informaban sobre las nuevas medidas en lo relativo al tráfico rebajando la velocidad en la mayoría de las carreteras de 100 a90 kilómetros, para reducir el número de accidentes y muertos en las carreteras que día a día van incrementándose.
Tengo que confesar, que lo que más atrajo mi atención de esta noticia, fue ver cómo seguimos con los mismos hábitos de siempre ya que mientras dos operarios se encontraban realizando el trabajo de retirar la señal, cambiando la antigua por una de las nuevas, se encontraban casi una decena de personas observando esta operación, imagino que serían ingenieros, técnicos, curiosos, jubilados, etc.
Es algo que no cambia, es frecuente ver en cualquier pueblo o ciudad, cómo mientras hay una o dos personas trabajando, otras diez van observando cómo se hace el trabajo para comentarlo o en la mayoría de los casos criticarlo, pero este hecho fue el que hizo que me detuviera a ver la noticia y más tarde a pensar en ella.
Creo que todas las medidas que se adopten para evitar esa sangría que se va dejando cada año en las carreteras, es algo que todos debemos apoyar, porque cuando nos llega la noticia de un suceso a alguien que no conocemos no le llegamos a dar la importancia que representa cuando es de alguien más cercano.
Pero estas medidas que se toman desde lo más alto, con una planificación basada en datos y en estudios previos, creo que deberían ampliarse a todas las estadísticas que se tengan y ellas nos permitan solucionar el problema de una forma importante.
Muchos de los siniestros se producen por una excesiva velocidad y cuando surge un imprevisto no somos capaces de dominar el vehículo y es entonces cuando surge el inevitable accidente.
Pero cuáles son los imprevistos que pueden ir surgiendo en la carretera. Seguramente, son muchos, habrá estadísticas de cada uno de ellos, pero por la experiencia de circular por las carreteras de esta provincia y por los comentarios con personas que han tenido la desgracia de tener algún accidente, hay dos que sería conveniente atajar y ayudarían a reducir esta siniestralidad cada vez más importante.
En esta provincia, contamos con unas carreteras que quienes las sufren, aseguran que son tercermundistas. Es frecuente encontrarnos con socavones importantes que cuando llueve se convierten en pequeñas piscinas y cuando vas circulando y pasas sobre uno de ellos, las ruedas se descontrolan y ya no hay forma de hacerse con el vehículo y se produce el fatal accidente.
También estamos viendo cómo las vías de comunicación, las antiguas y las más nuevas, cruzan espacios que son lugares por los que va transitando la abundante fauna que cada vez es más creciente en la mayor parte de la provincia.
Ciervos, corzos, jabalíes,…. campean por las carreteras como si fueran suyas, ya se van acostumbrando al tráfico, porque al final, casi siempre es el vehículo el que se tiene que detener y de no hacerlo surge el inevitable accidente.
Creo que en las políticas que van siguiendo, los encargados de analizar la siniestralidad en las carreteras, sería conveniente crear un departamento que se encargue específicamente de este problema que cada vez está causando un mayor elevado índice de siniestros.
De poco sirve que se vaya reduciendo la velocidad si cuando menos lo esperas se cruza uno de estos animales en tu camino, que inevitablemente en la mayoría de los casos van a provocar un accidente y las estadísticas seguro que corroboran esta afirmación.
Con los avances que cada día se van teniendo, imagino que habrá mecanismos que ahuyenten a estos animales de las proximidades de las carreteras y si no los hay, es el momento de poner esfuerzo y sobre todo, recursos, para ver lo que puede ser eficaz e implantarlo, de lo contrario iremos viendo cómo cada vez que hay un accidente por causa de estos animales, se va a ir reduciendo la velocidad, hasta el día en que no podamos circular más rápido que el avance de quienes invaden las vías de comunicación.