almeida –2 de febrero de 2015.
El número de peregrinos que estaban llegando al albergue, había comenzado a descender, se acercaban los meses más fríos y las bajas temperaturas retraían a los peregrinos a ponerse en camino,
pero siempre aparecía alguien en el albergue y en esas ocasiones creo que eran más afortunados ya que podíamos compartir más tiempo juntos, también para el hospitalero era más interesante ya que podías conocer mejor a las pocas personas a las que dabas acogida.
Desde la ventana del albergue, vi como a lo lejos, superando la línea del horizonte que ahora se encontraba muy cercana ya que el límite lo ponía la cresta del alto por la que accedían los peregrinos, divisé dos siluetas que por la forma de caminar los identifique con dos peregrinos.
Tardarían aun una hora en llegar, por lo que continué haciendo las tareas que me tenían ocupado y puse algo de agua a calentar por si querían tomar una infusión para calentar sus cuerpos.
Como imaginé, al cabo de una hora, ya se encontraban a la puerta del albergue donde les estaba esperando y tras presentarme, les di la bienvenida y les invité a pasar al calor de la estufa.
Tomé sus credenciales para registrarlos mientras ellos se quitaban las botas de caminar y se ponían un calzado más cómodo. Comprobé que eran hermanos, se llamaban Armando y Ernesto y procedían de Sudamérica.
Les ofrecí una taza de té que los dos aceptaron y les expliqué las pocas normas que había en el albergue, mas bien eran unas normas básicas de funcionamiento con el objetivo que todos los que allí se alojaban se encontraran a gusto el tiempo que pasaran con nosotros.
Mientras tomaban la infusión, me estuve interesando por su camino, por lo que me comentaron era la primera vez que lo hacían y desde que un amigo en Bariloche les había hablado de este sendero se había convertido en un reto para los dos.
-¿Bariloche es de Argentina? – les dije y según la credencial sois uruguayos.
Los dos hermanos se miraron, me dio la sensación que había dicho algo inconveniente y me quedé callado esperando a ver que respondían.
-Verás, – dijo Armando – Llevamos mucho tiempo planificando este viaje, desde hace cinco años que nos hablaron de él, se había convertido en una verdadera obsesión para nosotros.
Cuando lo comentamos a las personas más íntimas, algunos trataron de hacernos desistir de la idea metiéndonos miedo, nos decían que nos íbamos a perder, que no podríamos estar caminando tantos días y muchas cosas más, pero estábamos decididos a ello y no hicimos ningún caso de todo cuanto nos decían.
Cuando por fin pudimos compaginar los días de vacaciones que necesitábamos, hace más o menos unos seis meses, pusimos fecha al comienzo de nuestro viaje después de ver los boletos más baratos que teníamos para venir a España.
Todo iba de maravilla, hasta que una semana antes de comenzar nuestro viaje, el gobierno de nuestro país expropió una empresa muy importante española que había invertido mucho dinero allá y las reacciones de los gobiernos no fueron muy amistosas desde ese momento.
Quienes nos aconsejaban que no hiciéramos este camino, ahora tenían un argumento más solidó para seguir insistiendo en hacernos cambiar de opinión. Nos decían que en el momento que se enteraran que éramos argentinos nos iban a hacer una y mil pifias para que nuestra estancia y nuestro camino no fueran como tanto habíamos soñado.
Incluso nos aseguraron que en los albergues donde íbamos a pedir cobijo nos lo negarían y viendo las trabas que íbamos a tener no nos quedaría más remedio que regresar.
Estuvimos varios días dándole muchas vueltas al problema que se había suscitado, para nosotros era tan importante hacer este camino, pero sobre todo era mucho más importante que al final nos quedáramos con ese buen sabor del que en tantas ocasiones habíamos oído por comentarios de otros peregrinos, que nuestras dudas estuvieron a punto de hacernos desistir ponernos en camino y estuvimos mirando la posibilidad de devolver los boletos, aunque no nos daban mucho por ellos ya que parecía que había una desbandada y la gente se mostraba reacia a volar a España.
Fue una amiga, la que tuvo la brillante idea, ella desde el principio nos había animado a que hiciéramos esta aventura y vivió con nosotros parte de su planificación, por eso ahora no aceptaba que nos diéramos por vencidos sin más ni más.
Cuando nos encontrábamos en casa después de haber estado con ella hablando sobre este tema, nos llamó por teléfono y nos dijo:
-Decid que sois uruguayos, allá, nadie lo va a notar, hablamos con un acento que para los españoles es muy parecido o sea que dará lo mismo que digáis que sois de un sitio o de otro.
-La idea no nos pareció nada mala – aseguró Ernesto – o sea que cuando tuvimos que poner en la credencial el país de procedencia, pusimos Uruguay.
-Creo – les dije – que lo importante en el camino es que sois peregrinos y da lo mismo de donde vengáis, a los demás peregrinos les va a dar igual.
-Tienes toda la razón – dijo Armando – desde que hemos comenzado a caminar, vemos que la gente nos trata como eso, como peregrinos, o sea que pon que somos argentinos y déjame algo para corregirlo en la credencial.
Continuaron el resto de su camino como argentinos, pero me da la impresión que lo más importante es que lo hicieron como peregrinos, porque un peregrino es universal.