almeida – 26 de mayo de 2014.

Una de las cosas que diferencian al Camino, es que constantemente nos aporta nuevas sensaciones y aunque llega un momento en el que casi nada puede sorprendernos, siempre hay que dejar un espacio para la sorpresa porque nos damos cuenta que no lo hemos visto todo y cada día que pasa, siempre podemos encontrarnos con algo nuevo.

También estando en un albergue, cada jornada es diferente, a pesar que siempre se hagan las mismas cosas. Cada mañana, una vez que los peregrinos se van, tratas de imaginarte lo que te va a deparar el nuevo día porque estás convencido que esa jornada seguro que hay algo que la hace diferente a la anterior.

Ese día estaban llegando al albergue los peregrinos y todo presagiaba que iba a ser un día normal hasta que llegó un peregrino de estatura un tanto inferior a lo habitual, pero era fuerte y daba la impresión que la jornada apenas había causado mella en su cuerpo porque lo vi llegar muy fresco.

Cuando me entregó la credencial, enseguida me fije en su procedencia, Irán. No he recibido nuca a ningún peregrino de este país, lo que me hizo suponer que detrás de aquella persona podía haber una interesante historia y me dispuse a conocerla. El día era aún muy largo y seguro que en las horas que iba a estar en el albergue, surgiría ese momento en el que pudiera conocerla.

La dificultad del idioma no fue ningún obstáculo, Omar hablaba con fluidez el inglés y la hospitalera iba a convertirse en una improvisada interprete que me iba a ir detallando todo lo que esperaba que el peregrino me contara, sobre todo, me interesaba saber si era musulmán y si así era, cuales eran los motivos que le habían llevado a hacer aquella peregrinación cristiana.

Me confirmó que profesaba la religión de Mahoma, aunque seguía las enseñanzazas de Ibrahim, uno de los profetas importantes de su religión ya que su tribu era descendiente directa de este profeta.

Desde muy pequeño, le habían educado en la fe de Mahoma, pero ellos, constituían una tribu muy especial porque por sus venas, corría la misma sangre que la del profeta y eso los convertía en familia. Al profeta no lo veían como alguien a quien adorar ciegamente, el era su pariente, su tío y desde muy niños cuando se referían al profeta, le llamaban tío.

Desde muy niño, las enseñanzas que fue recibiendo fueron sobre las cosas que su tío había hecho y todas eran buenas, porque era uno de los mejores, el mejor profeta que transmitió las enseñanzas de Dios.

Ese origen, le hacía sentirse orgulloso, llevar la misma sangre que su tío, que había hecho cosas muy importantes y por eso se destacó sobre los demás, pero las enseñanzas que fue recibiendo no se centraban únicamente en Ibrahim su tío, el fue uno de los elegidos, de los que supo escuchar la palabra de Dios y transmitirla a los hombres, pero hubo otros profetas que también fueron importantes como Moisés, Jesús,…y el aceptar a uno de ellos no significaba que debía renunciar a los demás, por eso todos eran importantes y también para los niños eran sus tíos y debían creer en ellos.

Los profetas, son los elegidos de Dios, porque ellos supieron descartar de sus ojos esa cortina que a los demás nos impide ver más allá. Todos en un momento de nuestra vida, escuchamos una voz, es la voz de Dios que nos habla. Pero solo uno de cada mil, de cada diez mil personas, escucha la misma voz que escuchó el profeta y eso lo convierte en alguien muy especial.

Cuando se escucha esta voz, hay que saber interpretar lo que nos dice que tenemos que hacer y la misión desde ese momento en nuestra vida debe ser hacer lo que la voz nos ha dicho. Si no hacemos lo que se nos dice o lo ignoramos, las consecuencias pueden llegar a ser terribles porque el castigo es algo automático que ocurrirá en nuestra vida.

Todos en algún momento hemos lamentado alguna contrariedad o un mal que nos afecta y es la consecuencia de no haber sabido o no haber querido escuchar la voz.

Jesús, fue uno de los profetas importantes de la historia y también era su tío. Según Omar, Jesús escuchó esa voz que le decía que tenía que sufrir, que morir para después perdonar. También a Ibraim la voz le dijo que sufriría tortura, lo arrojaron al fuego pero las brasas se apagaron convirtiéndose en un lecho de rosas.

Por eso, los profetas, tenían una magia común, todos poseían unos poderes que los diferenciaban del resto y destacaban siempre entre la muchedumbre. Jesús caminaba sobre el agua, creaba comida de la nada y todo lo que las escrituras nos cuentan que llegó a hacer. De todas formas, según Omar, el más grande de todos los profetas fue Moisés, aunque no se tiene la misma información que de los profetas más recientes.

A pesar que luego los hombres han ido separando las religiones de las enseñanzas de cada uno de los profetas, el tronco es común para todas ellas y la esencia es la misma.

Lo importante para el ser humano según lo que le enseñaron desde muy pequeño es aprender a ver las cosas desde diferentes perspectivas. Cada una de las cosas que hacemos, uno las ve de una forma, otro de otra y la valoración que hacemos de ello es muy diferente. Nos creamos una cortina que nos impide ver más allá que lo que los ojos perciben, vemos solo lo que está a nuestra vista y no sabemos ver por detrás. Ese era el secreto de los profetas que sabían contemplar cada cosa desde todos los puntos de vista y conseguían formarse una idea completa de cada cosa.

Por eso debemos en la vida ir escalando esos niveles que nos permitan ir creciendo. Él se encuentra ahora en un nivel superior a los que le rodean y ve más cosas y de distintas maneras a como lo hacen los demás.

El don que poseía cada uno de los tíos que tenía, era que no había nada que les tapara la vista, habían roto ese velo que limitaba su visión y podían llegar a ver más allá de lo que otras personas son capaces de ver, ese era el desafió de los profetas, desprenderse del velo y cuando lo conseguían, veían también el lado bueno de cada cosa y podían llegar a ver que todo en la vida es amor.

Todos los profetas profesaban el amor, porque habían conseguido desprenderse de ese velo y creían en cada una de las cosas que hacían porque estaban convencidos que tenían la razón.

En todo aprendizaje, siempre hay una parte de sufrimiento y de desafío. Cuanto más grande es la lección que debemos aprender, mayor es el desafío y mayor es el amor y el resultado. Y la meta debe ser en el desafío más grande de nuestra vida hacer lo que hicieron los profetas que siempre fueron en contra de las normas establecidas. Cuando uno cree que puede hacer una cosa, es cuando consigue hacerla y es la fe, la que hace que podamos superar hasta los retos más difíciles.

Según me aseguraba Omar, él creía no haber escuchado la voz, pero le interesaba conocer la obra que hicieron sus tíos y por ese motivo había peregrinado en varias ocasiones a la Meca, a Jerusalén y a Roma y también quería conocer lo que su tío Jesús había dejado y uno de los legados más importantes del cristianismo es el Camino de Santiago y por ese motivo lo estaba recorriendo.

A pesar de que según decía no había escuchado esa voz, tres años antes tuvo una experiencia que él la interpretó como una llamada.

Sufrió un infarto y el medico le aconsejó que no debía hacer las largas caminatas que a él le gustaba recorrer, debía caminar, pero no más de tres kilómetros cada día. Pero el estaba convencido que ese incidente en su vida, era la voz que se manifestaba de esa forma y desde entonces, a raíz del infarto, fue intensificando las marchas que hacía y se había propuesto recorrer los más de mil kilómetros que separan Sevilla de Santiago, era su respuesta a la señal que creía haber recibido y estaba convencido que cuando llegara a la ciudad del apóstol tendría muchas más respuestas que cuando comenzó.

Sólo en una ocasión llegó a temer por su vida, fue en uno de los primeros Caminos, cuando cruzó los Pirineos que tuvo intensos dolores en el brazo y en el pecho y se temió lo peor. En ese momento se dijo que si el profeta y su Dios así lo determinaban, se moriría haciendo un camino cristiano, pero después de haber recorrido 200 km se levantó como un león y ahora cada día recorre más de 30  km y cada jornada que pasa, se siente con más fuerza que la anterior porque está recibiendo las enseñanzas de los cristianos que según él, le han mostrado como debe soportar el dolor.

Según Omar, mientras se había encontrado recorriendo el Camino de Santiago mostrándose con respeto ante todas y cada una de las manifestaciones que estaba teniendo, no había sufrido ningún contratiempo por el hecho de profesar una religión diferente, eso me hizo pensar en el titulo de esta historia, esa tolerancia que debemos tener siempre ante lo diferente, lo distinto y de esa manera seremos capaces de, cómo él decía, poder ver más allá y sobre todo quitarnos ese velo o esa cortina en la que aceptemos lo diferente.

Es algo que en el Camino se produce cada día, por eso es una peregrinación respetada por aquellos que teniendo unas creencias distintas recorren la vía de las estrellas. Resultaría impensable ver a un cristiano en una peregrinación a la Meca porque su integridad estaría en un serio riesgo.

Al día siguiente de estar Omar en el albergue, dimos acogida a un matrimonio judío. También profesaban una religión distinta, pero recorrían el Camino con esa tolerancia que no todos sabemos llevar, quizá sea que como decía Omar, algunos de los que caminan hacia Compostela, se encuentren en ese nivel superior que permite ver las cosas desde más de un ángulo y contamos con una percepción más real de lo que estamos viendo.

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