Han tenido que transcurrir casi seis semanas, para que el responsable público de nuestro medio natural, se haya dignado a comparecer, para ofrecer sus explicaciones sobre una de las tragedias más importantes que recordamos en los últimos tiempos en nuestra tierra.

Seguramente, ese es el tiempo necesario para buscar justificaciones a lo que, para muchos, ya resulta injustificable, o quizá, pensando que el tiempo acaba por borrarlo todo, haya aconsejado esta larga espera, aunque en esta ocasión, reiterados episodios similares que se han ido sucediendo, no han sido capaces de aplacar los exacerbados ánimos de la población.

Escuchando las justificaciones que, aunque presentíamos que iban a ir en esa línea, no han podido por menos, que provocar un poco de vergüenza ajena, en aquellos que estuvimos escuchando lo que ya no resulta justificable y tampoco convence a la mayor parte de la población.

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Una climatología excesivamente adversa, el rédito político que algunos tratan de obtener con estas situaciones y el radicalismo de algunas medidas impuestas por los que se erigen protectores de la naturaleza, ha sido lo que ha quedado de la justificación a los voraces incendios padecidos.

Estamos de acuerdo que en los últimos meses la climatología ha tenido un comportamiento excesivamente adverso, pero de las 200.000 ha que han sido devoradas por la multitud de incendios en toda la península, un tercio de ellos se han producido en la pequeña provincia de Zamora y eso no es por casualidad, más bien es la consecuencia del abandono al que durante tanto tiempo se ha estado sometiendo a esta tierra.

No resulta comprensible, que casi 10 días más tarde del voraz incendio, se aplique el protocolo de riesgo alto, en lugar de haberlo hecho inmediatamente de haber tenido conocimiento del voraz incendio, estableciendo el riesgo máximo que hubiera permitido activar todos los servicios de emergencia que estaban limitados a los que se aplican en la temporada normal.

En cuanto al rédito político que se ha tratado de buscar en esta situación, seguramente el compareciente ha olvidado que, desde todos los ámbitos de la sociedad, la mayor parte de los colectivos sociales que no tienen nada que ver con la vida pública, se han posicionado frontalmente en contra de las políticas que se vienen ejecutando en materia contra incendios.

En las palabras que iban brotando de labios del responsable público, se ha percibido muy poca humildad y ninguna asunción de responsabilidades y en cambio, en su defensa, se ha limitado a atacar a los demás con soberbia echando balones fuera y repartiendo culpabilidades.

Llevan gobernando seis lustros y el compareciente durante siete años ha sido el máximo responsable del medio ambiente en la comunidad, tiempo suficiente para haber aplicado los proyectos que ahora nos anuncia que va a poner en marcha para evitar futuros desastres.

No se puede estar cambiando de criterio cuando el viento lo tenemos en contra y eso, es lo que ha ocurrido con diferentes actuaciones que se han tenido en las políticas aplicadas bajo su responsabilidad, porque llegan a crear una inseguridad en la población, que al final cuando ocurra una situación similar, el miedo por ver en qué manos nos encontramos, acabará amedrentándonos a todos.

Una pequeña provincia como Zamora, la más abandonada de todo el Estado por aquellos que deberían buscar su desarrollo, en poco más de un mes ha sufrido tres incendios muy importantes, extinguiendo la mayor parte de la reserva forestal que poseía, uno de los pocos valores que la quedaba y ahora, la población de estas amplias comarcas que se han visto afectadas, contempla con preocupación el futuro que les espera, por la ineptitud e incompetencia de quienes tenían que proteger este medio natural.

La sociedad deposita su confianza, en aquellos que pueden mejorar la situación en la que se encuentran, esa confianza, por las manifestaciones que se repiten una y otra vez, se está quebrando y es muy difícil que pongamos nuestra seguridad en manos de quien ya no nos ofrece garantías, como se ha demostrado reiteradamente.

Reconozco que entre las medidas que iba desgranando encaminadas a solucionar en el futuro estos problemas que en ocasiones la naturaleza nos suele acarrear, de forma inconsciente esperaba esa medida que hubiera sido la más llamativa y la que hubiera captado todos los titulares que consistía en comprometerse a que cada zamorano, recibiera en los próximos días un cirio grande y en caso de que se produjera una nueva situación de riesgo, acudieran todos al patrón del pueblo, para encenderlo y rezar para evitar mayores desgracias.

Lógicamente, este comentario lleva cierto tono de ironía, pero eso transmite de alguna manera el sentir que se percibe en la gente de esta tierra, que se encuentra tan indignada que ha dejado de confiar en aquellos en los que ha puesto en sus manos su futuro.

Si como estamos viendo falta la humildad de asumir responsabilidades por quien encadena una serie reiterada de errores irreparables, hay que señalar a quien le ha puesto en el cargo que ocupa y si después de ver los despropósitos cometidos no es capaz de retirarle de su puesto, igual es que el cargo resulta excesivo para los dos.

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