almeida – 26 de abril de 2014.

Las motivaciones que llevan a cada peregrino a recorrer el Camino, son tan diversas, tantas, como seguramente es  el número de peregrinos que diariamente vemos por los diferentes caminos que conducen hasta Santiago.

Generalmente esta es una de las cosas que más me interesa escuchar de cada uno de los peregrinos que llega hasta el albergue. Conocer que fue lo que les impulsó a recorrer por primera vez el Camino y he de confesar que muchas de las respuestas que he escuchado no me han dejado indiferente y he meditado mucho sobre ellas.

Todas son respetables, porque raramente me he encontrado con alguna motivación tan extravagante como la mía, pero algunas, ciertamente resultan difíciles de asumir porque van más allá de lo que mi mente en ocasiones puede comprender.

Se encontraba en el albergue de Tábara una peregrina mexicana que inicialmente se mostraba un tanto retraída hasta que poco a poco se fue integrando en el grupo que conversaba animadamente en el patio del albergue y fue entrando en la conversación que manteníamos, que como no podía ser de otra forma, giraba en torno al Camino y en un momento de la conversación, las personas que allí nos encontrábamos fuimos exponiendo lo que inicialmente nos había llevado a recorrerlo por primera vez.

La peregrina mexicana, nos comentó que esta era su cuarta vez que se encontraba recorriendo el Camino. Para algunos peregrinos que proceden de lugares muy lejanos no es fácil desplazarse desde su lugar de origen con la frecuencia que ellos en ocasiones desean.

La peregrina tenía unas creencias un tanto diferentes a gran parte de los peregrinos, ella creía en la reencarnación y desde que escuchó hablar del Camino, estaba convencida que era una ruta de peregrinación diferente a las que ella conocía en su país. Estaba convencida que a lo largo de los siglos, los peregrinos que habían recorrido el Camino, habían ido dejando buena parte de su energía sobre esta ruta milenaria.

Cuando puso por primera vez sus pies en el Camino, sintió que sus creencias estaba fundadas, porque la mayoría de las jornadas todo lo que estaba sintiendo no era nuevo para ella, estaba convencida de haberlo vivido anteriormente en una de las muchas reencarnaciones que su alma había tenido.

Tampoco las personas con las que se encontraba por primera vez la resultaban del todo desconocidas, según ella eran personas con las que ya había convivido en otras ocasiones, porque cuando comenzaba a hablar con ellas había cosas que ya sabia lo que la iban a decir y las estaba reviviendo de nuevo.

Resultó muy interesante lo que esta peregrina compartió con todos los que nos encontrábamos en el patio, aunque en las caras de algunos de los peregrinos la mezcla de incredulidad e incomprensión se hicieran más que patentes, pero son esas cosas que en ocasiones nos ofrece el Camino a las que difícilmente vamos a encontrar una explicación lógica.

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