—Le ha mordido una serpiente —dijo —aún está por aquí, por lo que debemos andar con cuidado.

Pronto localizaron al reptil y con un palo grande uno de los leñadores descargó un fuerte golpe en su lomo partiéndole la columna, lo que hizo que se enroscara y mostrara de forma desafiante su cabeza al sentirse acorralada.

Otro golpe, en esta ocasión de una piedra, impactó sobre su cabeza dejándola momentáneamente atontada y en ese momento uno de los leñadores puso su pie sobre su cabeza aplastándola mientas el reptil trataba de enroscarse en su bota hasta que tuvo unos espasmos y dejó de hacer fuerza.

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—Ya tenemos la merienda —dijo uno de los leñadores —mientras la agarraba por la cola y la mostraba colgando.

—¡Qué asco! —comentó una de las mujeres.

—Eso es porque no la ha probado —dijo el leñador —una vez desollada está riquísima a la brasa.

—Pues le doy mi parte, no la probaría aunque me dijeran que es el mejor manjar del mundo.

—Creo que va a ser mejor que si la quieren comer lo hagan ustedes —dijo Bernard viendo la cara de asco que ponían el resto de los integrantes del grupo —me da la impresión que no van a tener muchos comensales a la mesa.

—Pues a más tocamos —dijo otro de los leñadores —no saben lo que se pierden, la primera vez que se prueba da un poco de sensación, pero es una carne muy sabrosa.

—Habrá que mirar la mula —dijo Bernard —a ver si puede continuar.

Miraron el lugar donde los dientes se habían fijado introduciendo su veneno, con una navaja hicieron una incisión para que sangrara y expulsara el veneno que podía haber en el interior.

—Creo que será mejor que la mula vaya sin carga, pararemos un rato y luego veremos si puede continuar —dijo uno de los leñadores.

—¿No se morirá? —preguntó el joven.

—Parece que donde ha mordido no hay venas importantes, por lo que se inflamará un poco y seguramente podrá continuar, estos animales son muy resistentes.

Como era la hora de comer decidieron parar allí cerca para que el animal se repusiera. Mientras los viajeros sacaban sus talegos para proveerse de alimento, uno de los leñadores cogió ramas para hacer un fuego mientras otros dos desollaban el reptil. El resto del grupo procuró alejarse o mirar para otro lado mientras desollaban y troceaban el animal.

Bernard reconoció que el aroma que venía del fuego cuando estaba asando la carne era bastante bueno, aunque declinó la invitación de probar un trozo, si hubiera estado él solo quizás lo hubiera probado, pero no deseaba ser el centro de los comentarios el resto del viaje.

Cuando llegaron al final de la jornada, los leñadores se despidieron del grupo, ellos ya habían llegado a su destino, seguirían hasta el lugar en el que desarrollaban su trabajo. Mientras, el resto buscó acomodo para pasar la noche, unos lo hicieron en los aposentos que les proporcionó el cura del pueblo en una de las estancias de la iglesia y Bernard y el comerciante se fueron a una posada como venían haciendo los últimos días.

Después de cenar, Bernard fue hasta la iglesia para despedirse de los viajeros y luego lo hizo del comerciante y de su familia. Moissac se encontraba a solo unas leguas de donde estaban y a la mañana siguiente, como solo tenían dos horas de viaje, se levantarían seguramente cuando ellos ya se encontraran de camino, por lo que se intercambiaron los mejores deseos y fueron a descansar.

Se despertaron a la hora que lo hacían siempre, pero se encontraban muy a gusto en la cama, fuera estaba lloviendo y no animaba mucho a salir. El contacto del cuerpo caliente de Marie hizo que Bernard se levantara muy excitado, por lo que fue acariciándola hasta que ambos se fundieron en un profundo abrazo que hizo que sus cuerpos se convirtieran en uno, se amaron con tanta pasión y deseo que hizo que ninguno de los dos quisiera que ese momento terminara nunca. Cuando vieron que había dejado de llover tan copiosamente, desayunaron y dispusieron sus caballerías para afrontar las seis u ocho leguas que les separaban de su siguiente destino. Llegarían antes de la hora de comer y dispondrían de todo el día para descansar de los días que llevaban viajando.

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