almeida – 29 de julio de 2014.
Se le cayeron las hojas
que antes cubrían sus ramas
y se quedó tan desnudo
que le veía hasta el alma
en las ramas y en el tronco
de aquel vigoroso roble
El manantial que le daba
el sustento necesario
con los años se secó
y no pudo proporcionarle
los nutrientes y la sabia
que en vida necesitó
El viejo roble moría
lo hacía muy lentamente
y su cuerpo se secaba
y se mantenía inerte
solo las fuertes raíces
impedían su caída
pero todos nos temíamos
que pronto fenecería
El cielo que un día vio
crecer vigoroso al gigante
al verlo en aquel estado
tan triste y tan deplorable
compadeciéndose de el
en la primera tormenta
envió un rayo a su base
que descargó en el tronco
toda fuerza imaginable
derribando de una vez
a ese coloso gigante
que por fin ya descansó,
y se pudrió su madera
que fue abonando la tierra
para servir de nutriente
a esos miles de retoños
que crecieron nuevamente,
y fueron regenerando
de nueva vida ese bosque
que siempre fue dominado
por aquel gigantesco roble.