SAF – 18 de junio de 2017.

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En cambio el hombre era el que se encargaba de seleccionar la arcilla y luego la machacaba para preparar el barro y era siempre el que estaba presente en todo el proceso del horneado de las piezas.

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SAF 170508 0334Pero sin duda la labor más ingrata era vender el trabajo que se había realizado. Se cargaban los burros o las mulas con todas las piezas que se pudiera y por caminos malos iban de un pueblo a otro para tratar de vender la mercancía.

La vuelta siempre resultaba diferente, si se había vendido la mercancía, el alfarero regresaba alegre y subido encima de la caballería, en cambio si no se había vendido nada, se volvía triste y además caminando.

El declive de la artesanía ha tenido dos momentos cruciales, el primero fue cuando se comenzó con la implantación del plástico y casi todos los recipientes se hacían de este material y con la llegada de las cocinas que no admiten utensilios de barro para cocinar, fue el momento en el que desaparecieron muchos maestros porque ya no podían vivir de ello y en algunos lugares como Muelas o Carballino, el oficio llegó a desaparecer por completo.

Pero, nos va gustando cada vez más la calidad que la cantidad y comer un cocido elaborado en una cazuela de barro o beber agua de un botijo que ha estado en contacto con la arcilla, son esos sabores que no se deben perder y muchos regresan a ellos buscando esas sensaciones de su niñez.

Sin duda el resurgimiento de estas tradiciones vino de la mano de Herminio Ramos, cuando comenzó a promocionar la Feria del Barro que se comenzó a hacer en la semana de fiestas de Zamora y animó a los artesanos a participar en ella y éstos se dieron cuenta que esa Feria era importante, porque el público estaba interesado en la artesanía que toda la vida habían conocido y para los artesanos representaba sacar la mitad de su producción y otras ferias que fueron surgiendo viendo el éxito de la de Zamora, no solo hicieron que se vendiera todo lo que producían, también animó a otros a trabajar en algo que les gustaba y que podía convertirse en su forma de vida.

Fue saliendo a las ferias cuando Paco se dio cuenta que en la mayoría de los sitios a los que acudía, se encontraba con hombres que tenían como forma de vida la alfarería mientras en Zamora eran las mujeres las que más se dedicaban a esta labor artesana y los hombres se encargaban de trabajar el campo, no estaba bien visto que un hombre se dedicara a labores que tradicionalmente realizaban las mujeres.

Pero las ferias también han traído el intrusismo y la picaresca a un sector que se ha mantenido por la pureza de la artesanía tradicional y Paco lleva años peleando contra este intrusismo que puede llegar a dañar la imagen que se trata de ofrecer con las cosas tradicionales.

Es frecuente en este trabajo el empleo de maquinaria como una parte de la ayuda en los trabajos más duros, pero cuando la maquinaria sustituye por completo a las manualidades ya no se vende artesanía, se esta vendiendo producción en masa y además de engañar al público se daña de una forma considerable a quienes adquieren estas piezas.

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Debería haber unas normas para la admisión de quienes van a estas ferias y que las administraciones que se encargan de promoverlas se impliquen para que sean cumplidas, porque de no ser así, se acabarán vendiendo cosas que nada tienen que ver con las tradiciones.

También es bueno que las tradiciones evolucionen pero sin cambiar la esencia de las mismas, un trabajo de un cántaro que se ha hecho toda la vida, al final tiene que ser eso, no algo que sea irreconocible como ocurre en la actualidad que se pretende que de donde siempre se bebía por una boca, ahora tenga dos, eso no es lógico.

La pureza de los elementos que sabiamente se utilizan como se han utilizado siempre, porque era lo que había en cada uno de los lugares más a mano y resultaba necesario para las tareas diarias, es lo que ha permitido que se mantenga durante siglos y ha entrado a formar parte de nuestra cultura y de nuestras costumbres, sin olvidar nunca lo que siempre ha sido fundamental, la materia prima que es lo más importante en cada cosa.

La innovación debe hacerse con las ideas nuevas que a cada artesano le vayan surgiendo pero sin modificar lo que se conoce de toda la vida y a lo largo de los años su evolución ha sido mínima.

El futuro comienza a ser prometedor, porque las nuevas generaciones que han mamado las tradiciones, comienzan a verlas como un modo de vida y además de mantener a la gente joven en los pueblos, estos ven que tienen un futuro por delante.

En Moveros hay dos alfarerías y próximamente habrá tres, porque a las hijas de Paco y Mari Paz, las gusta lo que han visto desde pequeñas en casa y como sus padres que fueron contagiándose de lo que sus padres les iban enseñando, ahora ellas también quieren dedicarse a lo que han tenido en casa toda la vida.

Estos artesanos además de inculcar a sus hijas el conocimiento de lo que ellos conocen sobre la artesanía, también las están inculcando el amor por cada uno de los trabajos que vayan a hacer, porque se nota cuando se hace una pieza con gusto y solo hay que dedicarla un par de minutos más para que la perfección se perciba en el resultado final.

La tradición no solo hay que sentirla, también es necesario vivirla para poner a las cosas el interés que requieren y sobre todo, es necesaria mucha paciencia y mucha práctica para que las cosas vayan saliendo como uno quiere y Paco asegura que para que uno pueda considerarse un alfarero, hay que hacer un cántaro en el tiempo reglamentario y con el barro reglamentario y al día siguiente hacer uno que sea igual que el del día anterior.

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Hay que tener el temple y la paciencia para saber dominar el barro y darle la forma que se concibe en nuestra mente porque en el momento que el barro domine al artesano, éste todavía no puede sentirse lo suficientemente preparado.

Para estos artesanos que ven en sus hijas la continuidad de la tradición de generaciones pasadas, les gustaría que además de los conocimientos que ellos pueden aportarles, sobre todo lo que representa la parte importante de la actividad que es la práctica, aunque no deben olvidar la teórica y un curso de formación sobre algunos aspectos de este trabajo que se pueden aprender en cursos especializados que vienen a durar dos años, sería el complemento perfecto para hacer de ellas unas buenas profesionales que no solo creen las obras que pueden realizar en su taller, también puedan dar a conocer a los demás a través de cursos cómo es la alfarería tradicional para que haya un nuevo renacer de esta tradición que estuvo a punto de extinguirse.

Pero aun van más lejos y ya en su mente se va gestando la posibilidad de hacer visitas guiadas a su alfarería para que otros artesanos conozcan las técnicas que ellos emplean y compartir experiencias y por qué no, también como una actividad extraescolar para los niños que vean lo que durante años sus antepasados hacían para las necesidades básicas de cada familia.

La alfarería, está viviendo un renacer gracias a personas como Paco y Mari Paz, que no han permitido que se llegara a perder del todo en esos momentos en los que se imponía lo que la sociedad de consumo nos iba poniendo de moda, hasta que nos dábamos cuenta que uno de los mayores placeres que podemos sentir es simplemente beber agua fresca de un buen botijo de arcilla y en la sencillez se encuentra la esencia de la mayoría de las cosas.

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Distintos momentos de la cocción del barro – Fotos: Juan Carlos Revilla Blanco
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