Javier Andrés Miranda – 12 de octubre de 2016.
En estos días de inmediatez y caducidad a veces, puede compensar abandonar la autovía y desviarse por la nacional.
A mí hoy me está sirviendo para saldar una cuenta conmigo mismo y para recordar momentos pasados y ver cómo el tiempo se ha clavado en algunos lugares.
Negocios cerrados, casas abandonadas…
Por la carretera, gente del lugar y alguno que como yo, igual va buscando respuestas, tal vez con más preguntas.
Entre tanto, al menos, la vista es maravillosa y el tiempo parece que sólo gira a 33 rpm y el coche disfruta tanto como yo enlazando curva tras curva al tiempo que las preguntas y las respuestas se van quedando en el arcén, haciéndose cada vez más pequeñas desde el retrovisor
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