
—Cuando yo le dejé estaba bien, me dio muchos recuerdos para usted, también me dio un documento para que se lo entregara —comentó Bernard.
—Pues démelo —dijo el preceptor —los amigos de Tomás, también son mis amigos, o sea, considérese en su casa. ¿Se va a quedar mucho tiempo? —preguntó Pedro.
—Eso dependerá de usted, traigo una misión importante de la que tengo que ponerle al corriente —comentó Bernard con tono misterioso.
—La entonación con la que me ha dicho esto último ha conseguido que me inquiete, quizá sea mejor que busquemos un lugar discreto para poder hablar —propuso Pedro.
—Creo que será lo mejor, voy en un momento a coger lo que frey Tomás me dio para usted.
Cuando se encontraron en un cuarto que hacía las veces de escritorio y biblioteca, Bernard fue estirando de un extremo del bordón ante la mirada sorprendida de Pedro, cuando se separó en dos partes extrajo el documento que traía para él y se lo entregó.
Pedro fue leyendo detenidamente lo que su amigo le ponía en el pergamino, de vez en cuando se detenía y miraba a Bernard y continuaba leyendo, cuando hubo terminado volvió de nuevo a comenzar por el principio:
“Amigo Pedro, el portador de la presente es una persona de confianza y por eso te pido que deposites tu confianza en él como lo he hecho yo.
Fue la mano derecha de nuestro señor el Gran Maestre, le reconocí porque le vi junto a él cuando entramos en Jerusalén. Su vida corre peligro por lo que debes darle la protección que te sea posible. Cuando nuestro líder fue apresado, le encomendó la misión de salvar todo lo que le fuera posible de las encomiendas de Francia, pero al sentirse acosado cruzó los Pirineos y ahora está contactando con las encomiendas de los reinos cristianos.
El Papa está enviando emisarios a los reyes y príncipes de la cristiandad para que destruyan nuestra obra. El rey de Aragón ya está deteniendo a los caballeros de la orden y si continúan las presiones, pronto lo harán los demás reyes.
Es importante que te dejes guiar por él y pongáis a salvo todos los bienes que podáis ocultar para cuando pase este momento de incertidumbre y necesitemos los recursos para levantar de nuevo la Orden.
Confía en él como sé que confías en mí.
Tu amigo. Tomás”
—Es muy grave lo que me cuenta frey Tomás en su documento —dijo Pedro.
—Es muy grave y entraña cierto peligro. Por cierto, no me he presentado, mi nombre es Bernard, Bernard de Rahón.
—De Rahon como….
—Sí, como mi señor, de él tomé mi segundo nombre y me siento orgulloso y es un honor poder llevarlo.
—Si no le importa —dijo Pedro —como se va a quedar aquí unos días, déjeme un tiempo para asimilar todo lo que he leído y mañana con calma hablaremos.
—Me parece bien que se tome su tiempo —comentó Bernard —¡Ah, por cierto!, Tomás me dio esto para usted —dijo extendiendo el colgante con la cruz en forma de pata de oca.
—No cabe duda que es del buen Tomás, siempre le había gustado este símbolo y es él quien los elaboraba para todos nosotros.
-Eso me comentó, me dijo que no me separara de él y se lo entregara, también me dio otro para el responsable de la siguiente encomienda que tengo que visitar.
—¿Va entonces a continuar? —preguntó Pedro.