En una iglesia pequeña, que se halla a extramuros, vela el Campeador sus armas antes de ser investido. Se ha pasado la noche postrado ante el altar, mientras Santiago contempla al que se va a ordenar. Por la mañana ante el rey el Cid jura lealtad y le ordenan caballero a un hombre que es leal. | No olvidará el caballero, aquel sitio y el lugar y esa noche tan hermosa en la que vivió mil sueños, y en cada uno de ellos se alzaba el Cid victorioso, en los cientos de batallas que tendría que librar. Pero incluso los sueños se pueden equivocar ya que en ninguno soñó que un día sería inmortal. |
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